Nos pasamos quejándonos de la falta de paz interior, de la falta de tranquilidad, de la locura de este mundo, de los problemas de trabajo, de las dificultades sexuales, stress, etc, etc, etc, etc.
La mente parlanchina, quejosa, victimaria y neurótica, sigue encontrando respuestas o viejas-nuevas preguntas, interpretaciones, formulas, consejos y en esos laberintos desaparece la conciencia de nuestro eje, nuestro centro, nuestro ser, y como dice la canción: «aunque no lo veamos… siempre está…»
Entonces… ¿Cuál es la llave? ¿Cómo se hace, cómo se logra? ¿Cómo puedo vivir mas feliz, mas centrado? y es mas o menos como preguntar como se hace para pararse y caminar, o en otro plano desde un trampolín tirarse a la pileta.
Es una decisión consciente, es probar, es arriesgarse a «ir hacia adentro» y bucear en las profundidades de nuestro ser, en una experiencia desconocida por la mente, esa es su cualidad.
El silencio esta, no es necesario ir detrás de él, solo hace falta limpiar el polvo que interfiere para reconocerlo y confiar en esa entrega con uno mismo, al principio tal vez solo por un ratito, aunque sea por milésimas de segundo, y cuando menos lo esperamos, esa brecha se expande, pasito a pasito como el de los bebes que comienzan a gatear.
Entonces, meditar no es un ejercicio, no es reflexionar, no es concentrarse, no es «tener que hacer», no es. Por eso cuesta explicarlo, por eso es una experiencia misteriosa, donde las palabras dejan de tener sentido, y solo intentan algo que apenas se aproximan al contenido.
Hay ejemplos: aguas turbulentas, la observación de las mismas y la paciencia hasta que calme la tormenta, cuando esto sucede (contemplación mediante), la capacidad de observación aumenta, es en ese momento que podemos mirar el fondo, la profundidad y reconocer lo que hay, lo que es. Este es el primer paso para la toma de conciencia «lo que es, es… stop y mirar«.
Mucha gente pregunta «¿qué hacer?, dado que no pueden poner la mente en blanco no es posible, no existe, es una fantasía o solo un deseo el querer poner la mente en blanco, (a lo sumo podés imaginar el blanco pero estarás realizando un esfuerzo y te alejarías de la relajación, por lo tanto de la meditación).
Lo que si es posible es tomar distancia de la mente con la práctica meditativa, ser testigo de la misma, aprender a observar sin juicio, contemplar el flujo de los pensamientos… esta es la cualidad meditativa.
Entonces… Primero relajar, respirar conscientemente, correr, saltar, gritar, reír, llorar, todo tipo de exteriorización mental, física, emocional, son técnicas-procesos válidos que facilitan la relajación.
Entonces, relajar es el primer paso, lo mas difícil tal vez, para la mente occidental.
Observación es el segundo, la presencia de la no mente, la cualidad del testigo sin juicios.
El «no-juicio» es el tercero. No surge de un deseo o de una orden interna, es una consecuencia de las energias movilizadas y liberadas en el estado de relajación.
Es en ese estado cuando la mente puede seguir hablando, explicando, interpretando, juzgando, etiquetando, intentando de cualquier manera de evitar que la observación se profundice.
.es peligroso para la mente, esta pierde el control y se asusta…se aproximan revelaciones del inconsciente, se aproximan la puertas para un cambio, para una posible transformación.
Con la sola conciencia de la aparición del «juicio» como mecanismo de resistencia, este desaparece, en el sentido de perdida de poder, en el sentido de disolverse…deja de tener sentido. Y lleva directamente al estado de aceptación… aceptación de lo que es, más allá de cualquier interpretación de la mente.
Aceptación, responsabilidad y confianza merecen una columna separada.