Elena Roger acaba de llegar de Nueva York, donde encabezó el musical “Evita”, y en abril estrena su segundo protagónico en cine. Su bochazo en el Colón, la vida cotidiana en la Gran Manzana y su visión de las nuevas parejas.
Por: INFOnews – Por Denise Tempone
Aunque en su más reciente estreno cinematográfico, “La vida anterior”, Elena Roger encarna a un pichón de artista asustado, frágil e inseguro, nada podría estar más lejos de ella. Recién llegada de la ciudad de Nueva York, en donde vivió un año siendo parte del tiempo ella misma y parte del tiempo, Eva Perón, Elena se muestra fortalecida, firme, segura de sí. Aún así, no hay rastros de divismo en ella. Lejos de dormirse en los laureles del éxito internacional, prefiere volver a ponerse en el lugar de principiante, de aprendiz y experimentar con su segunda película, un rol complejo, en el que encarna a una estudiante de canto lírico, que a pesar de estar en pareja con un hombre, siente una indescriptible atracción por una mujer. Desprejuiciada y libre, desde el Festival de Cine de Pinamar, reflexiona con 7 DÍAS acerca de su vida en Nueva York y de las luces y sombras de vivir lo que siempre había soñado. Elena hace, además, un repaso de las lecciones que le dejó este último año y habla también sobre una forma de amor poco común que le gustaría experimentar: “el poliamor”.
-¿Qué cosas cambiaron desde que te fuiste a estrenar Evita en Nueva York a hoy?
-Fue una experiencia con muchísimos matices. Hubo momentos de mucha felicidad, hubo momentos de agotamiento total. Hubo grandes picos de nerviosismo, de estrés, de ansiedad y otros más tranquilos, donde pude disfrutar lo que realmente estuve haciendo. También tuve momentos más planchados, donde parecía que, bueno, que estaba todo calmo, plano. Conocí gente muy hermosa como Ricky. Vinieron grandes personalidades a saludarnos al teatro como Charly García, Jaime Torres y muchos internacionales que ya casi no recuerdo. Fue un año increíble.
-¿Lograste asentarte en Nueva York? ¿Te hiciste de tus lugares?
-Sí. Yo vivía en Chelsea y encontré un restaurante en la 9 y la 21 llamado “Rafaella” donde encontré opciones vegetarianas muy nutritivas que además eran muy ricas. Yo soy vegetariana. Ése fue como mi lugar. Tenían sopas de lentejas, tofu, no era el típico lugar que solo te da una ensalada y como tenía un gran desgaste de energía le prestaba mucha atención a la comida, necesitaba energía.
-¿Aprovechaste para conocer nuevos coachs, gente para seguir formándote?
-Estuve atenta a guardarme información en el bolsillo, recordar nombres y cosas así pero no pude pensar mucho en eso. La formación más fuerte era estar todos los días en el escenario y dar lo mejor. Hacía un poco de yoga pero intentaba no gastar tantas fuerzas para seguir ese ritmo. Hice contacto con cierta gente pero sé que cuando tenga que estudiar, las cosas van a suceder solas.
-Al igual que tu personaje, vos también quisiste ser cantante de ópera pero te bocharon. ¿Qué recordás de esos días?
-Es cierto, me presenté en el Colón y me bocharon. Durante un largo tiempo tuve que soportar a mi hermano cantando ‘Al Colón, al Colón, para hacer un papelón’ (risas). Pero eso impulsó mi decisión de anotarme en el Conservatorio Manuel de Falla y buscar mi destino en los musicales. No sé qué hubiese pasado si yo decidía otra cosa. Tal vez realmente no servía para el lírico. Me preparé mucho para este papel, al máximo, pero sé que mi voz lírica no es perfecta ni impecable pero afortunadamente, la de mi personaje tampoco. Soy muy autoexigente y tal vez, sino era con esta excusa, nunca hubiese mostrado mi voz lírica en público.
-En la “La vida anterior”, Ana, tu personaje queda totalmente fascinado y al borde del enamoramiento con Úrsula (Esmeralda Mitre)¿Alguna vez sentiste una fascinación así por alguien?
-No. La verdad es que a mí nunca me sucedió. Siempre fui de mirarme mucho el ombligo, de concentrarme en mi trabajo. Me ha pasado de fascinarme con pares, con gente con la que ya estoy trabajando y sentir una especie de enamoramiento, me pasó con Diego Reinhold, por ejemplo. Pero lo que Ana tiene es un tema de admiración, de “yo nunca voy a poder ser así”, la mira desde otro lado, no como una par. Eso es algo del momento de formación. Ellos no son artistas, ellos quieren serlo. Yo siempre admiré a otro tipo de gente, como Gene Kelly, lloré mucho el día que murió. Después no tuve ídolos de ese estilo y menos al alcance. Ana no siente envidia por Úrsula, Ana la admira y por eso le abre las puertas de su vida.
– Al punto de dejarle servido a su novio.
-(Risas.) Cierto. Pero es desde la inocencia, ella no cree en la maldad. En el fondo, entiende que su novio se enamore de una mujer de la que ella también está enamorada ¿Cómo culparlo? piensa. Quizá, lejos de ser una tarada por permitir que eso pase, es una evolucionada. Quizá lo que tiene ella es que ama realmente a los dos. No está bien visto socialmente este esquema de parejas, pero hay gente que habla del “poliamor”, y eso existe. Las parejas de más de dos personas existen aunque no esté “oficializado en la sociedad”. Yo creo que ella abre un juego de poliamor.
– Sin embargo sufre mucho…
-Claro que sí. Porque suena copado y liberal pero después, sostener formas de amor alternativas no es fácil. Sos vos contra un sistema entero, y contra lo que te enseñaron que tenés que sentir y lo que realmente sentís. Al no estar incorporado en la sociedad, es lógico que se sufra.
-¿Vos probarías tener una relación de poliamor?
-Sí. Me gusta mucho la idea. Yo creo que uno puede ser capaz de amar a dos personas a la vez, que el amor no tiene por qué ser exclusivo, egoísta y posesivo. Ni mucho menos limitado. Alguien puede amar a otra persona sin dejar de amarte a vos. O puede estar con otra persona y desearte de todas formas. Puedo compartir cosas intensas con alguien y no por eso excluirte de mi vida.
-¿Vamos hacia eso?
-No lo sé. En este momento aún es difícil imaginárselo pero esas atracciones pasan. De hecho, ése es el tema de mi personaje, creo que está sintiendo cosas que nunca le enseñaron a clasificar y entonces no lo entiende. Nadie habla de eso.
-¿Sentís que este último tiempo te abrió la cabeza o siempre fuiste así?
– Siempre tuve una tendencia a considerar otros puntos de vista, pero, por supuesto, conocer gente y otras culturas y otras cosas te ayuda a considerar puntos de vista diferentes. Te hace ir más allá de las convenciones y eso es lo más interesante.
– ¿Percibiste que alguien sintiera una fascinación similar hacia vos?
– Sí, lo he sentido. Sobre todo este último tiempo (sonríe). Antes también, ojo, uno se sube a un escenario para mostrarse, para ponerse en ese lugar y para gustar. Pero después, al percibirlo en directo, es raro. No me pasó con pares igual, pero hay gente que te admira y vos te preguntás: ¿Por qué esta persona se me acerca tanto? ¿Por qué se esfuerza en estar? ¿Qué está pasando? Está todo bien que pase eso, es hasta un halago. Mientras no sea molesto, irrespetuoso o demasiado invasivo, está bien.
Nota Revista Siete Dias