Ya puede verse en Netflix la serie documental que relata los episodios vividos en Oregon en los 80. En esta reseña, Roshani Shay hace una observación sobre los acontencimientos y personajes que hicieron parte del experimento de Rajneeshpuram.
Por: Roshani Shay, PhD y colaboradora de OSHO News.
El 16 de marzo vi la serie «Wild, Wild Country» de Netflix de una sentada. Para aquellos que no estuvieron en Oregon en los ochentas o para aquellos que quieren recordar esos tiempos, es una inversión de tiempo que vale la pena. Comienza con algunos residentes antiguos de Oregon (y rancheros del área) recordando la llegada de los rajníshes a su soñolienta ciudad occidental de 40 personas. Termina con Sheela diciendo: «¿Ya terminó? Pensé que nunca terminaría. Todos necesitamos beber algo.» Así comienza y termina este intento de relatar la historia del ascenso y la caída de Rajnishpuram. En el medio hay una gran variedad de imágenes históricas del Rancho y Pune, eventos y medios de comunicación relacionados, que incluyen una gran cobertura aérea y de construcción. En el medio se nos presentan a algunos de los participantes clave de este drama.
El arco de la historia es preciso, de no ser por los pequeños detalles. No es sorprendente que su intención se vea filtrada a través de la lente plurifacética de los entrevistados en la serie. Me sorprendió especialmente cómo se perciben aún algunos de los personajes, a pesar de haber pasado alrededor de treinta años:
– Los residentes de Antelope como víctimas de intrusos amenazantes de un culto sexual;
– Ma Anand Sheela, la ex secretaria personal de Osho, como devota, como reina guerrera o leona, encargada de la protección de Osho y de su comunidad;
– Robert Weaver, asistente del Fiscal Federal, como alguien completamente determinado y exitoso en librar a Oregon (y, por supuesto, al país) de Osho y, por consecuencia, de su comunidad «malvada», orgulloso de haberse involucrado en «uno de los mayores casos de envenenamiento, intervención telefónica y fraude de inmigración en la historia de los Estados Unidos;»
– Ma Shanti Bhadra como una especie de zombi inocente que se vio manipulada a realizar actos en contra de su naturaleza básicamente buena;
– Jon Bowerman, el hijo del fundador de Nike, Bill Bowerman, como un vaquero victorioso, quien ahora «extraña la pelea;»
– Swami Prem Niren, el abogado de Osho, como alguien profundamente dedicado y devoto a cumplir el deseo de su Maestro de limpiar su nombre, incluso ahora.
Como sucede con muchos de los reportajes sobre el Rancho, esta serie parece saltar como una roca sobre el agua, aterrizando brevemente en los eventos más controvertidos: la llamada «invasión» de Antelope; el bombardeo al Hotel Rajnísh; el armamento de la Fuerza de Paz de Rajnishpuram; el programa Share-A-Home que involucró la invitación de muchas personas sin hogar a Rajnishpuram; la elección del condado de Wasco de 1984; el episodio de la comida contaminada en The Dalles; la huida de Sheela y sus aliados a Europa; Osho revelando sus crímenes; el arresto de Osho en Carolina del Norte y su expulsión de los Estados Unidos bajo cargos (poco sólidos) de inmigración (por ejemplo, conspiración para arreglar matrimonios).
Sólo ocasionalmente se revela nueva información en la serie. Por ejemplo, se revela que John Silvertooth, el único no-sannyasin del Concejo de la ciudad de Rajneesh, espió hurgando en el basurero de la ciudad en busca de documentos incriminatorios para enviárselos a su viejo amigo, el Fiscal General Dave Frohnmayer. Otro detalle que no fue documentado por vídeos similares es el hecho de que el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de los Estados Unidos realmente le concedió a Osho una visa como figura «religiosa», aunque fue después de una larga pelea y muchas apelaciones.
Ocasionalmente también hay un momento más auténtico y profundo. En un momento, Ma Prem Sunshine relata lo intensamente sorprendidos y agravados que se sentían los sannyasins cuando Osho reveló la cantidad de crímenes cometidos por Sheela y compañía. Sunny también contó su triste experiencia al enfermarse por comida contaminada en el Rancho. Tuve una experiencia similar, aunque menos grave, y me uní a Sunny en la comprensión retrospectiva de que esto fue deliberado. En un momento, se deja ver claramente lo menospreciados y acosados que se sentían los residentes de Antelope. Otro tipo de momento revelador ocurre cuando Sheela se refiere a Osho como una «estrella de rock» y declara que «la meditación era (solamente) un producto» para venderse al mercado y así ganar el dinero necesario para mantener las necesidades físicas de la comunidad. Ese tipo de lenguaje expresa en demasía lo que Sheela era/es (y lo que no era/es).
«Wild, Wild Country» ciertamente logra transmitir la grandeza del experimento que fue Rajneeshpuram. Se combinó un énfasis en la autosuficiencia, consciencia ambientalista, y práctica espiritual en este esfuerzo masivo de construir una comunidad. Lo que falta en este retrato, como en otros, son las tantas historias de la gente cuyas vidas se vieron profundamente transformadas al haber pasado tiempo en el Rancho.
La serie muestra de manera muy efectiva la profundidad del choque cultural, moral y religioso en el contexto de la era Reagan posterior a Jonestown de los ochenta. Registra una degeneración que comenzó con rumores, algunos de ellos realmente extravagantes (como la historia de que cortaban a los castores, los licuaban, y luego vertían eso en el suministro de agua de The Dalles). Después de los rumores, llegó el temor a las amenazas percibidas (desde el sexo inmoral hasta personas luchando por sus derechos a tener armas de fuego). Siguiendo al miedo vinieron la ira, la paranoia, la posibilidad de violencia y la verdadera oscuridad, involucrando a todos los lados.
Yo soy una de esas optimistas tontas. Me gusta pensar que Estados Unidos está aprendiendo sus lecciones lentamente. Me gusta pensar que somos más tolerantes a otras culturas de lo que eramos hace treinta años. Me gusta pensar que todos aquellos que vivieron la experiencia de Rajneeshpuram, sin importar desde cuál punto de vista, pueden entender cómo fue un microcosmos de una década menos inclusiva e iluminada. Los espectadores de esta serie pueden aprender mucho sobre cómo no comportarse ante sus episodios.
¿Y cómo termina nuestra historia? A fines del invierno de 1985, desprovista de su Maestro, Rajnishpuram ya no era viable espiritualmente, físicamente (población reducida) ni financieramente. «Wild, Wild Country» comparte algunas secuelas:
– Algo también llegó a su fin en Antelope, de acuerdo con algunos residentes; el café y la escuela están cerrados y «ya no hay un sentimiento comunitario como lo había (antes).»
– Sheela dice que está intentando implementar las ideas comunales de Osho en un hogar para pacientes con demencia en Suiza;
– Se vendió el Rancho y fue regalado al grupo Young Life para ser transformado en un campamento para la juventud cristiana;
– Los libros, vídeos y meditaciones de Osho se están extendiendo por todo el mundo a una nueva generación de buscadores.
El legado de Osho continúa. Así que, «No, Sheela, no ha terminado.»
Fuente: OSHO News – 19 de marzo de 2018
Traducción al español: Osho Akeed